Un día en 4 años (Parte 1)
Tirado en una cuneta con la cara partida, sangrando abundantemente; la lluvia resbalando por mi cara y mezclando el ocre color de la sangre reseca con el parduzco del agua embarrada. Y aun en esa situación no pude parar de reír…
La cosa empezaba como algo normal, un día más en un año más en un lugar cualquiera. Nada que destacar, sólo alguien en algún lugar con alguna cosa menor que hacer. Mi persona en camino a su sacrificio diario para obtener el dinero de la semana.
Hasta aquí todo regular, normal rutinario. Subí al coche y me dirigí a la oficina; oficina normal con seguros normales y monotonía regular. Llegue a mi despacho, con el retraso habitual que el hastío había llegado a negociar con mi sentido de la obligación. Me senté en mi cedida silla y por primera vez en todo el día, ví mis alrededores.
Aquí es donde cambio mi día mis alrededores eran espectaculares. La mujer que me estaba esperando impresionaba, y mi secretario me hizo señas para que no me perdiese nada, ni un ápice de lo que estaba por venir.
Medio por complicidad de género con mis colegas de la oficina, medio por verdadero interés forcé una mueca de agrado. Aunque todavía no había realmente valorado la situación como debía.
Una vez la mujer entro en mi despacho empecé una verdadera valoración. Era una de esas mujeres que llaman la atención. Conozco su tipo: rubia, bonita, insulsa y con poco carácter. Ideal para los ricos que mi compañero Flanegan solía asegurar. Me extraño que entrase en mi despacho en lugar del de Falanegan.
La verdad es que no es mi tipo de mujer, pero a quien le amarga un dulce… así que saque a pasear mi sonrisa de los domingos y le pregunte que asunto la había traído.
En su cara ví mi sonrisa de los domingos más bien le parecía la de los lunes y que mi uniforme de trabajo le recordaba al de un funcionario del departamento de limpieza urbana. De modo que decidí ahorrarme mi sonrisa para otro domingo y mis modales para otro 29 de Febrero…
El asunto era sencillo. Quería un seguro de vida para su familia. Momento en el cual me sorprendió que fuese madre de una mujercita que debía tener la edad que yo había estimado que poco más o menos tendría ella. Muchachita que iba a heredar todo en caso de accidente, así como una cuantiosa suma que le caería.
La verdad es que según empezó a dar explicaciones el asunto cada vez me convencía menos, pero la mujer me convencía más. En algún momento mis instintos de profesional saltaron, pero mi interés creciente por la mujer, Clarise Shephard, se encargo de acallarlos de manera bastante poco educada. La escuchaba las cuidadas inflexiones de su voz; calculadas y medidas, las pausas largas y sus reflexiones que me empujaban a pensar de cierta forma, como las canciones de sirena, acercándome a un claro desastre…
5 comentarios:
Tú a mí no me engañas...
¿Con quién te has liado?
¿Con la pelirroja de 1,80 de la que siempre nos hablas?
Ji ji ji... (risa traviesa de poli)
Ahora en serio, escribes muy bien tío...
Has conseguido engancharme.
¿Para cuándo estimas que vendrá la 2ª parte?
(más que nada, por saber durante cuánto tiempo tendré que sufrir el mono...)
Nos vemos, tío !!
Mucho... para hacerte sufrir :P
Yo me uno a la reivindicacion ¡queremos segunda parte!
¡y queremos que al final la mujer no sea una sirena clasica, sino una semi-profundo de las de lovecraft!, con tentaculos en lugar de piernas, branquias en las costillas, y todas esas cosas que tanto me ponen.
Ahora en serio: Nunca mezclar caras partidas y sangrantes con barro. :)
Clarise Shephard me suena de algo. En serío te curras estos textos y no te escribes una nobela, o narración corta?
Explota tu talento, perro.
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