Ante sus ojos se exhibía un extraño paisaje en todo su esplendor.
Sabía que bajo tan rica frondosidad se escondían animales salvajes y peligrosos.
Era conocido que tan bella floración era venenosa, y los frutos tenían mal sabor.
Sin embargo, no podía evitar el asombro que le producían aquellos arboles tan hermosos.
Podía ver algo precioso en aquel conjunto envenenado, y le seducía su olor.
Le surgía la duda al ver el gran cañón que se abría entre él y el otro lado.
Su corazón se alteraba al ver que ante sus ojos había un gran abismo.
El problema no era saltar hasta su destino sin caerse y morir allí mismo.
Lo que le preocupaba era no poder volver atrás una vez lo hubiese alcanzado.
El firme lo parecía, pero no lo era tanto.
Ante sus pasos, las rocas se habrían precipitado.
Era la decisión de un único salto.
Así, que se sentó, cogió la jodida tablet, dibujó un puto plano, fue por herramientas, cortó unas cuantas ramas, y se fabricó un maldito puente con el que poder hacer el camino de ida y vuelta todas las veces que le saliese de la polla. No sea que no le gustase vivir entre serpientes y flores venenosas, vete tú a saber porqué.
No hay comentarios:
Publicar un comentario