El viento soplaba con una intensidad fluctuante, enfriando mis sienes, y moviéndome el pelo.
Cerré los ojos momentaneamente para disfrutar del aire fresco, y relajarme un segundo.
En ese instante, cayo la primera gota de una secuencia de muchas más.
Decidí que ese segundo inicial se convirtiese en un minuto.
Cuando abrí los ojos, estaba mucho mejor.
Estaba más tranquilo, era más yo.
Y no había pasado nada.
Casualmente.