El viento soplaba con una intensidad fluctuante, enfriando mis sienes, y moviéndome el pelo.
Cerré los ojos momentaneamente para disfrutar del aire fresco, y relajarme un segundo.
En ese instante, cayo la primera gota de una secuencia de muchas más.
Decidí que ese segundo inicial se convirtiese en un minuto.
Cuando abrí los ojos, estaba mucho mejor.
Estaba más tranquilo, era más yo.
Y no había pasado nada.
Casualmente.
La búsqueda de Tanelorn es un camino. El destino es en sí el mismo el camino. Que, dicen, es donde se encuentra Tanelorn. Espero encontrarme con compañeros que me guíen, me enseñen, me asombren, me acompañen...
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2015/03/06
2015/02/11
LA PRADERA
Apoyado en la pared.
Escondido entre dos contenedores de basura.
A cobijo por un momento.
Pensando si debía actuar o permanecer escondido.
Un recodo de la memoria lo llevó al pasado.
Aquellos días de juventud en la pradera.
Apenas vestido, en pantalon corto y sin camiseta.
Aliviado por el calor estival, impulsado por el licor.
Feliz, rodeado de jóvenes sin sujetador.
Disfrutando de los inmensos placeres de la vida.
Paseando entre parejas acarameladas, sin apenas obligaciones.
La música resonando por todas partes, invadiéndolo todo como si fuese aire.
Las carcajadas dominando una situación llena de sonrisas amables y generosas.
Sin tener que controlar todo lo que decía y hacía. Siendo él mismo.
Aprovechando todo lo que la vida le ofrecía con todos los sentidos.
Cantando, bailando, sintiendo el aire en su piel, dejándose llevar por los elixires de la vida.
Perdiendo la noción del tiempo en un mar de placeres.
Finalmente volvió a la realidad, al momento presente.
Cogió el arma con ambas manos, con absoluta seguridad.
Se asomó por el lateral del contenedor, dejando ver su cabeza.
Apunto, y decidió unirse al sangriento festival de disparos.
Había acabado el momento de esconderse, reflexionar, y esperar.
Se dijo: a veces hay que luchar por lo que te importa.
Escondido entre dos contenedores de basura.
A cobijo por un momento.
Pensando si debía actuar o permanecer escondido.
Un recodo de la memoria lo llevó al pasado.
Aquellos días de juventud en la pradera.
Apenas vestido, en pantalon corto y sin camiseta.
Aliviado por el calor estival, impulsado por el licor.
Feliz, rodeado de jóvenes sin sujetador.
Disfrutando de los inmensos placeres de la vida.
Paseando entre parejas acarameladas, sin apenas obligaciones.
La música resonando por todas partes, invadiéndolo todo como si fuese aire.
Las carcajadas dominando una situación llena de sonrisas amables y generosas.
Sin tener que controlar todo lo que decía y hacía. Siendo él mismo.
Aprovechando todo lo que la vida le ofrecía con todos los sentidos.
Cantando, bailando, sintiendo el aire en su piel, dejándose llevar por los elixires de la vida.
Perdiendo la noción del tiempo en un mar de placeres.
Finalmente volvió a la realidad, al momento presente.
Cogió el arma con ambas manos, con absoluta seguridad.
Se asomó por el lateral del contenedor, dejando ver su cabeza.
Apunto, y decidió unirse al sangriento festival de disparos.
Había acabado el momento de esconderse, reflexionar, y esperar.
Se dijo: a veces hay que luchar por lo que te importa.
2015/01/23
EL DESPERTAR DEL CABALLERO
El sueño pesaba todavía en sus ojos.
Con cuidado, se quito las legañas.
Se miró al espejo, y casi se atravesó con la mirada.
No sabía exactamente qué era lo que le esperaba.
Poco a poco, fue ejecutando su ritual.
Como hacía cada mañana.
Despertándose lentamente.
Preparándose para asumir la realidad.
Recordando lo que ya sabía.
Desempolvando el caracter necesario.
Dejó todo preparado.
Se giró y echó un vistazo alrededor.
Miró a los suyos con cariño.
Les dijo: "siempre os quiero y siempre vuelvo".
Vestía su mejor y más moderna armadura.
Las armas al cinto, esperando no usarlas.
La mirada alerta, como un depredador.
La conciencia del que sabe lo que es necesario.
Cuando salió por la puerta estaba listo.
La energia lo llenaba completamente.
Pero sutilmente intentaba resistirse a ello.
No obstante, sabía que era lo que había que hacer.
Cuando fuese necesario él estaría allí, y resolvería la situación.
Con cuidado, se quito las legañas.
Se miró al espejo, y casi se atravesó con la mirada.
No sabía exactamente qué era lo que le esperaba.
Poco a poco, fue ejecutando su ritual.
Como hacía cada mañana.
Despertándose lentamente.
Preparándose para asumir la realidad.
Recordando lo que ya sabía.
Desempolvando el caracter necesario.
Dejó todo preparado.
Se giró y echó un vistazo alrededor.
Miró a los suyos con cariño.
Les dijo: "siempre os quiero y siempre vuelvo".
Vestía su mejor y más moderna armadura.
Las armas al cinto, esperando no usarlas.
La mirada alerta, como un depredador.
La conciencia del que sabe lo que es necesario.
Cuando salió por la puerta estaba listo.
La energia lo llenaba completamente.
Pero sutilmente intentaba resistirse a ello.
No obstante, sabía que era lo que había que hacer.
Cuando fuese necesario él estaría allí, y resolvería la situación.
2014/12/24
EL SUEÑO
El cielo era neutro, como en un invierno nuclear.
El aire era denso, parecia estar lleno de ceniza.
El sonido era opaco, al igual que cuando escuchas a través de una pared.
Los objetos no tenían sombra, cual espectros etéreos venidos del pasado.
El jardín estaba marchito, y los arboles muertos permanecían en pie, testigos de la nada.
El edificio de hormigón no tenía ventanas, y el marco de su entrada no tenía puerta.
En el interior, las grietas de las paredes parecían formar extrañas estructuras de carácter incomprensible.
Casi sin darme cuenta, empecé a subir la escalera de caracol.
Sus escalones eran anchos al principio, casi demasiado.
Pero a medida que iba ascendiendo, se reducían progresivamente.
En un tiempo imposible de calcular, tuve que girarme de medio lado para poder pasar.
Cuando vislumbré el pasillo, y la luz que había al fondo del mismo, el paso era tan angosto que al salir mis sienes se rozaron con el umbral de entrada.
Con el hombro dislocado, y sin acabar de controlar el movimiento de mis piernas, me arrastré hacia la luz casi a gatas.
El pasillo parecía eterno.
A ambos lados había varias arcadas sin puerta.
A través de ellas pude observar escenas indescriptibles de sensualidad corrupta entre cuerpos decrépitos sin ojos.
Seguía avanzando, como si supiese que en la luz hallaría consuelo.
Sin embargo, me invadió la angustia y paré.
¿De donde venía esa luz?. El edificio no tenía ventanas. Lo había visto desde el exterior.
En ese mismo momento de reflexión, la luz empezó a aproximarse. Como si supiese que había descubierto su naturaleza sobrenatural.
Asustado, me cobije en una de las habitaciones laterales.
Al entrar los extraños personajes sin ojos empezaron a reirse de forma esperpéntica, llegando a la carcajada.
Sus cuerpos sudorosos y arrugados, llenos de fluidos que goteaban en el suelo, se retorcían compulsivamente al ritmo de la risa sorda que salía de sus gargantas.
Quería huir.
El aire era denso, parecia estar lleno de ceniza.
El sonido era opaco, al igual que cuando escuchas a través de una pared.
Los objetos no tenían sombra, cual espectros etéreos venidos del pasado.
El jardín estaba marchito, y los arboles muertos permanecían en pie, testigos de la nada.
El edificio de hormigón no tenía ventanas, y el marco de su entrada no tenía puerta.
En el interior, las grietas de las paredes parecían formar extrañas estructuras de carácter incomprensible.
Casi sin darme cuenta, empecé a subir la escalera de caracol.
Sus escalones eran anchos al principio, casi demasiado.
Pero a medida que iba ascendiendo, se reducían progresivamente.
En un tiempo imposible de calcular, tuve que girarme de medio lado para poder pasar.
Cuando vislumbré el pasillo, y la luz que había al fondo del mismo, el paso era tan angosto que al salir mis sienes se rozaron con el umbral de entrada.
Con el hombro dislocado, y sin acabar de controlar el movimiento de mis piernas, me arrastré hacia la luz casi a gatas.
El pasillo parecía eterno.
A ambos lados había varias arcadas sin puerta.
A través de ellas pude observar escenas indescriptibles de sensualidad corrupta entre cuerpos decrépitos sin ojos.
Seguía avanzando, como si supiese que en la luz hallaría consuelo.
Sin embargo, me invadió la angustia y paré.
¿De donde venía esa luz?. El edificio no tenía ventanas. Lo había visto desde el exterior.
En ese mismo momento de reflexión, la luz empezó a aproximarse. Como si supiese que había descubierto su naturaleza sobrenatural.
Asustado, me cobije en una de las habitaciones laterales.
Al entrar los extraños personajes sin ojos empezaron a reirse de forma esperpéntica, llegando a la carcajada.
Sus cuerpos sudorosos y arrugados, llenos de fluidos que goteaban en el suelo, se retorcían compulsivamente al ritmo de la risa sorda que salía de sus gargantas.
Quería huir.
Palpando la pared descubrí un respiradero oxidado.
Intente arrancar la rejilla con los dedos, cortándome las yemas, viendo como el naranja se desprendía del metal y se mezclaba con mi sangre de una forma casi perfecta.
Entonces se hizo el silencio absoluto.
Estaba a contraluz, sin casi poder ver nada más que mi silueta recortada en la pared llena de grietas.
Cerré los ojos, que estaban muy secos, y respire profundamente el aire viciado.
Por un momento conseguí tranquilizarme.
Me volví etereo, informe, liviano.
El respiradero me absorbió y me llevó hasta un prado, muy verde, bajo un cielo lleno de hermosas nubes esponjosas de tonos violeta. La hierba se mecía con el viento limpio, que movía el aire puro. Los arboles, llenos de vida, entrechocaban sus ramas. A lo lejos se podía oír el fluir del agua de un arrollo. Y yo era un niño que sonreía y disfrutaba del entorno, en perfecta sintonía con los seres que vivían allí.
Intente arrancar la rejilla con los dedos, cortándome las yemas, viendo como el naranja se desprendía del metal y se mezclaba con mi sangre de una forma casi perfecta.
Entonces se hizo el silencio absoluto.
Estaba a contraluz, sin casi poder ver nada más que mi silueta recortada en la pared llena de grietas.
Cerré los ojos, que estaban muy secos, y respire profundamente el aire viciado.
Por un momento conseguí tranquilizarme.
Me volví etereo, informe, liviano.
El respiradero me absorbió y me llevó hasta un prado, muy verde, bajo un cielo lleno de hermosas nubes esponjosas de tonos violeta. La hierba se mecía con el viento limpio, que movía el aire puro. Los arboles, llenos de vida, entrechocaban sus ramas. A lo lejos se podía oír el fluir del agua de un arrollo. Y yo era un niño que sonreía y disfrutaba del entorno, en perfecta sintonía con los seres que vivían allí.
2014/12/21
CIELO GRIS
Un pájaro pasó volando aquella mañana.
Sin querer, él lo vio a través de la ventana.
Los recuerdos se arremolinaban en su cabeza.
Provocando en su interior una tremenda pereza.
El sueño de la tristeza acaparó todo su corazón.
Mientras el hambre de felicidad dirigía su razón.
La angustia se disolvió al desaparecer el motivo.
La opresión se marchó mientras aun seguía vivo.
Quizás solo era lo gris que estaba el cielo en su mente.
2014/12/15
EL PUNTO SIN RETORNO
Ante sus ojos se exhibía un extraño paisaje en todo su esplendor.
Sabía que bajo tan rica frondosidad se escondían animales salvajes y peligrosos.
Era conocido que tan bella floración era venenosa, y los frutos tenían mal sabor.
Sin embargo, no podía evitar el asombro que le producían aquellos arboles tan hermosos.
Podía ver algo precioso en aquel conjunto envenenado, y le seducía su olor.
Le surgía la duda al ver el gran cañón que se abría entre él y el otro lado.
Su corazón se alteraba al ver que ante sus ojos había un gran abismo.
El problema no era saltar hasta su destino sin caerse y morir allí mismo.
Lo que le preocupaba era no poder volver atrás una vez lo hubiese alcanzado.
El firme lo parecía, pero no lo era tanto.
Ante sus pasos, las rocas se habrían precipitado.
Era la decisión de un único salto.
Así, que se sentó, cogió la jodida tablet, dibujó un puto plano, fue por herramientas, cortó unas cuantas ramas, y se fabricó un maldito puente con el que poder hacer el camino de ida y vuelta todas las veces que le saliese de la polla. No sea que no le gustase vivir entre serpientes y flores venenosas, vete tú a saber porqué.
Sabía que bajo tan rica frondosidad se escondían animales salvajes y peligrosos.
Era conocido que tan bella floración era venenosa, y los frutos tenían mal sabor.
Sin embargo, no podía evitar el asombro que le producían aquellos arboles tan hermosos.
Podía ver algo precioso en aquel conjunto envenenado, y le seducía su olor.
Le surgía la duda al ver el gran cañón que se abría entre él y el otro lado.
Su corazón se alteraba al ver que ante sus ojos había un gran abismo.
El problema no era saltar hasta su destino sin caerse y morir allí mismo.
Lo que le preocupaba era no poder volver atrás una vez lo hubiese alcanzado.
El firme lo parecía, pero no lo era tanto.
Ante sus pasos, las rocas se habrían precipitado.
Era la decisión de un único salto.
Así, que se sentó, cogió la jodida tablet, dibujó un puto plano, fue por herramientas, cortó unas cuantas ramas, y se fabricó un maldito puente con el que poder hacer el camino de ida y vuelta todas las veces que le saliese de la polla. No sea que no le gustase vivir entre serpientes y flores venenosas, vete tú a saber porqué.
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2014/12/10
DEVENIR SOMBRIO, en cuatro pasos
El cielo era gris.
Pero el cruel viento quebró su cuerpo afectado por la humedad.
Anciano y achacoso se sentó a descansar.
Mirando hacia el interior de su casa, a pesar de tener la ventana cerca.
Recordó su día a día más habitual, y por un momento pensó que todo iba bien.
Entrecerró un poco los ojos, como saboreando la situación, y entonces se apagaron.
La oscuridad de la caverna era profunda y oscura.
Parecía la garganta eterna y sin fin de la madre tierra.
Daba miedo la posibilidad de ser devorado al entrar en su interior.
Pero fuera estaba anocheciendo, y tendría que buscar cobijo pronto.
También lo era el suelo.
Su cuerpo estaba oscurecido.
Pero su rostro todavía se iluminaba.
Era lejano el tiempo en que le habían crecido brotes.
Las hojas habían terminado de caer, una a una, dejándolo desnudo.
Habría querido que en su esqueleto de ramas anidasen futuras generaciones.Pero el cruel viento quebró su cuerpo afectado por la humedad.
Anciano y achacoso se sentó a descansar.
Mirando hacia el interior de su casa, a pesar de tener la ventana cerca.
Recordó su día a día más habitual, y por un momento pensó que todo iba bien.
Entrecerró un poco los ojos, como saboreando la situación, y entonces se apagaron.
La oscuridad de la caverna era profunda y oscura.
Parecía la garganta eterna y sin fin de la madre tierra.
Daba miedo la posibilidad de ser devorado al entrar en su interior.
Pero fuera estaba anocheciendo, y tendría que buscar cobijo pronto.
2014/12/04
MOLA, ES GUAY, ES CHACHI, Y ESTA DE PUTA MADRE
Mola que te traten bien.
Mola que te respeten.
Mola que confíen en ti.
Mola que te comprendan.
Mola que no te degraden.
Mola que sean amables contigo.
Es guay poder confiar en los demás.
Es guay que te dejen ser tú mismo.
Es guay que puedas dejar a los demás ser como son.
Es guay que sean sinceros contigo.
Es guay poder ser sincero de verdad.
Es guay que te traten con cariño.
Es chachi ser libre.
Es chachi hacer lo que te gusta.
Es chachi no estar presionado.
Es chachi poder decidir.
Es chachi vivir rodeado de sonrisas.
Es chachi que todo vaya bien.
Es de puta madre que te quieran y lo demuestren apropiadamente.
Es de puta madre vivir rodeado de amor, comprensión, y felicidad.
Es de puta madre ser como eres y como quieres.
Es de puta madre que te acepten y tengan en cuenta tu forma de ser.
Es de puta madre que los que te rodean también se sientan así.
Es de putisima madre ser FELIZ
Mola que te respeten.
Mola que confíen en ti.
Mola que te comprendan.
Mola que no te degraden.
Mola que sean amables contigo.
Es guay poder confiar en los demás.
Es guay que te dejen ser tú mismo.
Es guay que puedas dejar a los demás ser como son.
Es guay que sean sinceros contigo.
Es guay poder ser sincero de verdad.
Es guay que te traten con cariño.
Es chachi ser libre.
Es chachi hacer lo que te gusta.
Es chachi no estar presionado.
Es chachi poder decidir.
Es chachi vivir rodeado de sonrisas.
Es chachi que todo vaya bien.
Es de puta madre que te quieran y lo demuestren apropiadamente.
Es de puta madre vivir rodeado de amor, comprensión, y felicidad.
Es de puta madre ser como eres y como quieres.
Es de puta madre que te acepten y tengan en cuenta tu forma de ser.
Es de puta madre que los que te rodean también se sientan así.
Es de putisima madre ser FELIZ
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guay,
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respeto,
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texto
2014/11/18
LA TELARAÑA
La telaraña era enorme. Tanto que cubría la parte alta de la ciudad.
Los edificios se elevaban inertes, sin luz, aparentemente vacíos.
En lo alto, casi cuando uno perdía la vista, la enorme red estaba en todas partes.
Hacia tiempo que no se veía el cielo, era como un techo omnipresente.
La sensación de que se estaba en una cueva era inevitable.
A veces, uno podía llegar a pensar que alejándose hacía la periferia la situación terminaría.
Pero el refugio estaba en el centro, el sustento estaba en el mismo meollo de la cuestión.
Era difícil llegar a las afueras sin perder el norte, manteniendo la cordura.
Cuando se pensaba que allí se estaba bien, en cuanto uno se acostumbraba al escenario, entonces surgían las sombras y los ruidos.
Desde lo alto llegaban las repercusiones distorsionadas de los movimientos que allí acontecían.
Y eso lo cambiaba todo, daba que pensar, hacía que cualquiera se replantease el sentido de aquello.
La locura estaba presente en todas partes, pero sobre todo en su interior.
Era algo que calaba hondo, que llegaba hasta lo más profundo del alma para quedarse allí instalado.
De vez en cuando, la catarsis llegaba: reía, corría, bailaba, soñaba, se creía el rey de las ratas...
Otras veces intentaba ser una sombra, deslizándose entre los restos de aquella gran ruina, pasando desapercibido, creyendo que conseguía lo que pretendía.
En realidad, daba igual, la telaraña estaba demasiado alta como para que importase lo que se hiciese allí abajo. Era una influencia constate, pero lejana.
Los edificios se elevaban inertes, sin luz, aparentemente vacíos.
En lo alto, casi cuando uno perdía la vista, la enorme red estaba en todas partes.
Hacia tiempo que no se veía el cielo, era como un techo omnipresente.
La sensación de que se estaba en una cueva era inevitable.
A veces, uno podía llegar a pensar que alejándose hacía la periferia la situación terminaría.
Pero el refugio estaba en el centro, el sustento estaba en el mismo meollo de la cuestión.
Era difícil llegar a las afueras sin perder el norte, manteniendo la cordura.
Cuando se pensaba que allí se estaba bien, en cuanto uno se acostumbraba al escenario, entonces surgían las sombras y los ruidos.
Desde lo alto llegaban las repercusiones distorsionadas de los movimientos que allí acontecían.
Y eso lo cambiaba todo, daba que pensar, hacía que cualquiera se replantease el sentido de aquello.
La locura estaba presente en todas partes, pero sobre todo en su interior.
Era algo que calaba hondo, que llegaba hasta lo más profundo del alma para quedarse allí instalado.
De vez en cuando, la catarsis llegaba: reía, corría, bailaba, soñaba, se creía el rey de las ratas...
Otras veces intentaba ser una sombra, deslizándose entre los restos de aquella gran ruina, pasando desapercibido, creyendo que conseguía lo que pretendía.
En realidad, daba igual, la telaraña estaba demasiado alta como para que importase lo que se hiciese allí abajo. Era una influencia constate, pero lejana.
2014/11/11
EL LÍMITE
El limite estaba tan lejos que parecía inexistente.
Se ocultaba más allá del horizonte, donde nadie podía verlo.
Pero tú caminaste durante meses, avanzaste a lo largo de los años.
Buscando un sendero hacia el infinito, sin parada.
Corriendo entre los edificios, llamándolo a gritos en medio de los campos.
Apartando a la gente a empujones, mirando hacia la nada.
Siempre esperando la oportunidad de poder esquivar a la realidad que te perseguía.
Queriendo ser lo máximo que se pudiese ser.
Extrayendo el elixir, tentando al vacío.
Forzando la situación siempre a favor.
Con el viento en contra, pero aprovechando toda inercia.
Pudiendo escapar, pero evitando hacerlo a toda costa.
Creando una carrera sin final hacia el precipicio.
Pensando que cuando se acabase el suelo saldrías volando.
Confiando en los designios del destino.
Probando hasta donde podía llegar la situación.
Retorciendo los límites de la realidad.
Sin comprobar dónde estabas en ese momento.
Solo viendo donde ibas a llegar mañana.
Ese mañana que nunca llegaba, porque el destino final siempre estaba más allá.
Ahora jadeas dando tumbos.
Tu visión esta borrosa por el cansancio.
Y aunque te falta la respiración, y el corazón te va a cien, sigues tirando hacía delante como si no hubiese otra opción.
A veces, creíste que lo podías todo, cegado por los resplandores de la adrenalina.
Bañado por los placeres de la dopamina, pensaste que no había fracaso posible.
Sumido en un paraíso artificial, rodeado de fuego abrasador y ácido corrosivo.
Apretando los dientes y forzando el ritmo hasta alcanzar el tiempo de la victoria.
Viendo fantasmas producidos por tu mente, que te llevaron hasta el éxito.
Probando los sabores del amanecer hasta embriagarte de ellos.
Escuchando palabras envenenadas por las ansias ajenas.
Confiando en los testigos de la desdicha y la angustia.
Mirando con desdén los recodos del camino en los que habían caído otros dejando atrás sus cadáveres.
Pisando las cascaras rotas de tus otros yo, mientras el tiempo susurraba mentiras a tu oído.
Pensando que el sucio peso de la fatiga no haría mella en tu armadura.
Alguna vez, al bajar el ritmo por un momento, viste el campo de batalla cubierto por cuerpos quebrados. Y reconociste tu rostro en todos ellos.
A veces, las lágrimas corrieron por tu cara hasta saltar de tus mejillas y caer al suelo.
En alguna ocasión, esas lágrimas hicieron nacer brotes que se convirtieron en árboles.
Se ocultaba más allá del horizonte, donde nadie podía verlo.
Pero tú caminaste durante meses, avanzaste a lo largo de los años.
Buscando un sendero hacia el infinito, sin parada.
Corriendo entre los edificios, llamándolo a gritos en medio de los campos.
Apartando a la gente a empujones, mirando hacia la nada.
Siempre esperando la oportunidad de poder esquivar a la realidad que te perseguía.
Queriendo ser lo máximo que se pudiese ser.
Extrayendo el elixir, tentando al vacío.
Forzando la situación siempre a favor.
Con el viento en contra, pero aprovechando toda inercia.
Pudiendo escapar, pero evitando hacerlo a toda costa.
Creando una carrera sin final hacia el precipicio.
Pensando que cuando se acabase el suelo saldrías volando.
Confiando en los designios del destino.
Probando hasta donde podía llegar la situación.
Retorciendo los límites de la realidad.
Sin comprobar dónde estabas en ese momento.
Solo viendo donde ibas a llegar mañana.
Ese mañana que nunca llegaba, porque el destino final siempre estaba más allá.
Ahora jadeas dando tumbos.
Tu visión esta borrosa por el cansancio.
Y aunque te falta la respiración, y el corazón te va a cien, sigues tirando hacía delante como si no hubiese otra opción.
A veces, creíste que lo podías todo, cegado por los resplandores de la adrenalina.
Bañado por los placeres de la dopamina, pensaste que no había fracaso posible.
Sumido en un paraíso artificial, rodeado de fuego abrasador y ácido corrosivo.
Apretando los dientes y forzando el ritmo hasta alcanzar el tiempo de la victoria.
Viendo fantasmas producidos por tu mente, que te llevaron hasta el éxito.
Probando los sabores del amanecer hasta embriagarte de ellos.
Escuchando palabras envenenadas por las ansias ajenas.
Confiando en los testigos de la desdicha y la angustia.
Mirando con desdén los recodos del camino en los que habían caído otros dejando atrás sus cadáveres.
Pisando las cascaras rotas de tus otros yo, mientras el tiempo susurraba mentiras a tu oído.
Pensando que el sucio peso de la fatiga no haría mella en tu armadura.
Alguna vez, al bajar el ritmo por un momento, viste el campo de batalla cubierto por cuerpos quebrados. Y reconociste tu rostro en todos ellos.
A veces, las lágrimas corrieron por tu cara hasta saltar de tus mejillas y caer al suelo.
En alguna ocasión, esas lágrimas hicieron nacer brotes que se convirtieron en árboles.
2014/10/28
NO PARECÍA HABER SALIDA
Intentó ir hacia la derecha... pero no.
Probó con la izquierda, pero tampoco.
No podía avanzar, porque el camino estaba lleno de espinos.
Por detrás solo había un gran cocodrilo, amenazante, con su boca abierta.
Joder, pues volar no podía. Todavía no le habían crecido las alas.
De hecho, no creía que eso fuese a pasar. Al fin y al cabo, era humano.
¿Qué quedaba?, ¿Ir hacia abajo?, ¿Cavar un túnel con las manos?
Llevaba mucho tiempo en el laberinto, y ni siquiera se le había ocurrido esa opción hasta entonces.
No, no creyó que esa pudiese ser la solución.
Pero tenía que haber una.
Probó con la izquierda, pero tampoco.
No podía avanzar, porque el camino estaba lleno de espinos.
Por detrás solo había un gran cocodrilo, amenazante, con su boca abierta.
Joder, pues volar no podía. Todavía no le habían crecido las alas.
De hecho, no creía que eso fuese a pasar. Al fin y al cabo, era humano.
¿Qué quedaba?, ¿Ir hacia abajo?, ¿Cavar un túnel con las manos?
Llevaba mucho tiempo en el laberinto, y ni siquiera se le había ocurrido esa opción hasta entonces.
No, no creyó que esa pudiese ser la solución.
Pero tenía que haber una.
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texto
2014/10/14
SOMBRA
Soy la sombra de un pájaro imponente y elegante.
Parece que vuelo, fluyendo, grácil.
Pero en realidad me arrastro por el suelo.
Notando cada rugosidad por todo mi cuerpo.
Me arrastro, pero no soy una serpiente.
Si esta nublado apenas se me ve.
Cuando me cruzo con otras sombras, desaparezco.
A veces quisiera bailar.
Otras dejarme llevar por el viento.
Y en alguna ocasión, atravesar la tierra con mi puño desnudo, desgarrandola.
Pero entonces no sería una sombra.
A veces salgo a la luz, y bailo... porque quiero.
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