2008/02/24

Hace mucho tiempo en la era de los dioses

Hubo una época, en la noche de los tiempos, en el que dioses y heroes marcaban los destinos de los hombres: dioses en los cielos, dioses en la tierra, dioses en los mares, dioses en la noche, dioses en la luz, dioses en el fuego, dioses en la naturaleza, dioses en el hielo...

En esos tiempos unos cuantos dioses, poco después del nacimiento del hombre, vieron el peligro que este conllevaba. Se dieron cuenta de su poder para destruir y cambiar el mundo. Esto no les agradaba, les incomodaba porque se saltaba el orden natural de las cosas. Así que, todos los que estaban de acuerdo, hicieron un conciliábulo con los que eran de fiar. Invitando solo a unos pocos escogidos, los que podian hacer un cambio.

En su reunion discutieron sobre que solución debían dar a los hombres. Algunos, los más beligerantes, querían acabar con ellos antes que ocurriese lo contrario; otros más benévolos, o menos violentos, planteaba la idea de hacerles olvidar a los dioses para convivir en paz y por fin otros, querían tutelarlos, obligarles a seguirles por la fuerza de la fe convertirse en sus ídolos, para lo que proponian imponer al hombre sus ideas.

Todas estas ideas, que eran la mayor fuerza de los dioses, antes de que surgiese la palabra; provocaron una amarga y larga discursion entre ellos. Durante eras... Pero un dios, uno pequeñito, uno que no debía estar en el conciliábulo, uno que había pertenecido a las sombras y sabia lo que significaban. Tuvo una idea. Una brillante idea: lo que haría es convertirse en uno de ellos. Si ellos eran el peligro y los dioses no iban a hacer nada, lo mejor era ser uno de ellos, o por lo menos parecerlo, para pasar desapercibido entre ellos. Aprender de ellos.

Así sucedio que los dioses que intentaron vencer a los hombres fueron vencidos. Los que intentaros hacerles olvidar vieron como los hombres inventaban otros dioses que les sustituyesen. Los que intentaron tutelarlos con la fe vieron como los nuevos dioses borraraban su huella, vieron sus templos, sus santuarios y sus simbolos corrompidos. La obra del hombre era implacable.

Pero uno sobrevivió, el que se habia ocultado entre ellos, se había dado cuenta de cuales estaban destinados a ser los nuevos dioses, y se había unido a ellos. Porque sabia las debilidades del hombre, el hombre era debil, ahi residia su fuerza, el hombre era orgulloso, allí moraba su voluntad, el hombre era vanidoso, que es donde se encotraba su valor; pero sobre todo el hombre olvidaba. Ahí es donde él, el pequeño dios, decidio vivir.

Y sigue entre nosotros, oculto, entre las sombras del olvido, y por eso los hombre nunca dejarán de inventar dioses.

2 comentarios:

:) dijo...

¿he dicho alguna vez que me encantan los cuentos?

Ito ito dijo...

Un 10, tito Juan...