2014/01/31

Toses y polvo en suspensión



* Esto sí que era inesperado, toda una nueva galería ya excavada anteriormente. Eso suponía muchísimo tiempo y dinero ahorrado. Solo tenía que convencer a los patronos de que la excavación era propia y redirigir los fondos de la misma a la compra de material para la maquinaria que había ideado. Sí, era un gran golpe de suerte, la verdad,  a los grandes hombres le sonríe la fortuna, ¿no es así?

Empujó un poco la pared de piedra irregular, produciendo que una cascada de cascotes, levantando una niebla de polvo, que se introducía en ojos y narices por igual y sin ningún tipo de remilgo.  La azulada luz se asomó, esquiva de manera que no le permitía ver el fondo. 
 
* Claramente esta galería era grande, espaciosa podría incluso usar animales de carga para llevar el material dentro, fortuna estaba con el de nuevo.

* Maryann no estaba muy de acuerdo con haberse trasladado a la galería, pero gracias a eso, todas las mañanas, él podía adelantar trabajo y descubrir maravillas como estas. Todo mientras ella daba un paseo a caballo, fuera, y hablaba con los campesinos y los mineros que descansaban.

Esta galería parecía natural, no veía marcas de picos ni barrenas, como tampoco veía humedades. Quizá hubiera sido un antiguo cauce fluvial bajo la montaña, pero ya no lo parecía.

* ¿Qué era eso que había al fondo?

Pero la fortuna es una dama esquiva que prefiere dejarse ver en compañía de muchos hombres, no fuera a ser que alguien creyese que es amante de alguno. Nunca dos noches en la misma compañía y siempre yéndose cuando más se la espera y sobre todo cuando alguien confía en la mesa de juego.


2014/01/22

Esperar



Veinticinco embers o cien si la cogían…, no estaba mal. Era un dinero justo. Un dinero por hacer un “trabajito” que se iba a hacer igualmente; no era mala recompensa no…

Ahora empezaba el proceso de esperar, hacer guardia, levantarse, dormir, esperar… la eterna espera; no la aguantaba. Además hacía días que la primavera y el invierno pugnaban por su tiempo y el invierno llevaba las de ganar; anteayer, con el aguanieve, la mula se torció una pata al patinar con las piedras y tuvieron que sacrificarla. No era bueno, además se podían haber sacado un dinero por el viejo animal en algún sitio. 

No le gustaba desperdiciar el dinero, gastarlo sí, desperdiciarlo no. Con los treinta o cuarenta embers que podían haber sacado por la mula hubiera dormido en un techo varios días y con compañía incluso… Piel blanca aun sin quemar por el salado viento que azotaba la región y sobre todo dulce olor a juventud; no agrio, como carroña corrompida, al que acostumbraba.

- ¿Era eso gente hablando? ¡Si lo es!- pensó mientras se levantaba para arrimarse a la cornisa. La gente de las aldeas es muy ruidosa y tiende a hablar sin necesidad, de hecho estos tenían pinta de ciudad, muy alegres y dicharacheros… demasiado, casi le daban pena porque parecían mucha buena gente, hasta que empezó a contarlos.
-“Haraganes, hoy tenemos trabajo”, susurro, dándoles un pequeño puntapié a sus compañero mientras apurando el pellejo antes que sus compañeros dieran cuenta de él.

(...)

-Son demasiados- pensó, habrá que organizarlo bien, no puede fallar nada.
-Vosotros dos por los flancos y yo intentaré colarme por la chiquilla- señalando con el dedo por donde cada uno iría.
-Claro, ¡tú quieres la chiquilla para ti solo! - barboto Bronco
-Silencio- reconvino Gurb – ¡Habláis más que mi mujer!-
-¿Cuál de ellas?- tercio Bronco con un ligero fruncimiento de la boca que podría interpretarse como una sonrisa en un día amable.
-Vamos es el momento- indicó.

(Se hizo el silencio) mientras empezaban a desplazarse por separado…

Ja !

Ja !


 
 
 





























Sí, es posible que algunas de éstas fotos estén trucadas... pero... ¿y lo bonito de pensar que son 100% reales, ehh ??

Increíble el que aparece en la foto de la humana de camiseta roja !!

2014/01/19

Visita al puerto



La lluvia caía sobre el puerto; el olor a sal traído por el viento empujaba también el de tripas de pescado a lo largo de la empedrada calle; mientras las pequeñas agujas de lluvia caían sobre el empedrado de la vía principal, convirtiéndolo en un rio de límpida plata, de esa plata antigua, pulida, con esas oscuras marcas que intentaron hacer desaparecer generaciones de manos y que siguen ahí inmutables, perennes al cambio. Como las calles y vías de esta pequeña ciudad. O al menos eso creía siempre que venía.

Esta vez sus intenciones eran completamente diferentes, no venía con la intención de visitar esas posadas del puerto dónde el fuego caliente empujaba lo que bajaba por la garganta seca, hasta el estómago resentido. Dónde era fácil obtener compañía que juraba darle calor pero que siempre le había dejado con las entrañas heladas y pesada el alma. 

No, esta vez no, esta vez no podría hacer nada de eso. Llevaba noches en que el estómago le decía que no quería alimento porque era su corazón el que lo necesitaba. Llevaba diez días sin verla. Sin cabalgar junto a ella, sin ver su sonrisa tímida ni asomarse a sus ojos. 

-Maldita sea- pensó, ¿por qué ha de ser tan difícil? ¿Por qué no podía ser una campesina cualquiera?  Tenía que ser la hija, la amada, la única, la excepcional…

Era todo eso, lo era; por lo menos él lo compartía con su padre, pero… parecía no entender que alguien más pudiese darse cuenta de todo eso o quizá no y por eso... por eso...

-Maldita sea…-